Un clima de besos...

Hablabas de pasión...

Un clima de besos...

Entré en tus versares,
encontré en ellos
un clima de besos y jadeos,
te sentí en mi cuerpo
buceando sentires,
hurgando en cada poro
mis secretas sensaciones.
Hablabas de placeres
y mi piel se erizaba;
me abrigué en ti
como hacen las ondinas
en las aguas de los mares;
me deleité con tus caricias
cuando palpaste mis intimidades…
Nadaste mis olas contenidas
sacando a la sal sus olores
para bañar con ellas mi cuerpo
y en bellos estertores se unieron
tus espumas a las mías…
Sacié mis adentros con
tus palabras sin sábana

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En el dintel…

Sentada en el dintel de un tiempo nuevo,
frente al inmenso baldío que vislumbro,
hurgo mis sentires en busca de un hálito
que indique la senda a mis pasos cansados…
Trepan mis estrofas por altos andamios,
juntan “no me olvides” por prados lejanos,
y canta en voz baja la canción del cierzo
que viene trayendo sutil armonía…
Un augur rojizo se instala en mi alma
vestido de tules y rosas bermejas,
con la palidez menguante de la media luna
y un suave celeste escapado del viento…
Tierna melodía de castos violines
acompañan los sueños de la nereida
que sola en las rocas deslíe su historia
en notas mojadas de inmortal canción…
Y en el dintel de este tiempo nuevo
reviven recuerdos poblados de rosas;
se mezclan los cardos con los alelíes
cubriendo la senda que he de pisar…
Libre de abrojos,
pintado de amor…

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Saciarnos de amor…

Esta noche divina de abril
tengo ganas de salir de mi,
andar los espacios alados
con mis pies descalzos,
y amarte… a cielo abierto…
Quisiera estar a tu lado, para
entregarte esta ternura
que ocupa mis manos
sin darle tiempo a escribir…
Quisiera llegar a tu alcoba
prodigarte mil caricias
y llenar tus espacios
con detalles de amor…
Quisiera tenerte en mis brazos
rozar tu tez con mis labios
y dejar en tu piel de junio
una gota de mi ser…
Quisiera esta noche divina
despertar al duende
que llevas oculto de antaño,
y juntos bajo la luna
saciarnos de amor…